María José Zambrana

Ruido mental

Qué feo es el ruido mental. Sentirse agitada. Con pensamientos rápidos y diversos; ambiguos, difusos y nada concretos; pensamientos que van y vienen, que agotan, que te invitan a pensarlos y a huir a tiempos iguales.

Qué fea la agitación: nudo en la garganta/estómago/pecho/cabeza… Malestar en los ojos, la espalda o en las manos.

La sensación de que no pasará, que está agitación y este reunido mental viene para quedarse, que no podemos hacer nada.

Parece que solo nos queda sostener todas esas sensaciones.

Sostenerlas… ¿Qué carajo es sostenerlas? ¿Acaso hay una forma de invitar a la paz mental a la mesa cuando siento que dentro de mí hay una guerra?

No. Parece que no la hay.

Sostenerlo. Dejarlo estar. Identificarlo. Sentirlo y esperar a que pase.

Porque se pasa. ¿Vuelve? Vuelve, a veces vuelve y luego se vuelve a pasar…

Sostenerlo. Escucharse. Escribir. Esperar a que pase la tormenta.

¿Y qué hago mientras pasa la tormenta? Nada. Todo: escribe, llora, presta atención a tu respiración, habla con alguien con quien te sientas seguro, dale vueltas y vueltas, intenta escapar y deja que te atrape de nuevo y luego, cuando te agotes: sal a pasear, mírate una peli que enganche tu atención. Haz deporte: ve con la bici, patines, vete a correr o a boxear

Y luego, mira tú agitación desde la perspectiva del cansancio físico.

Pero sobre todo: espera a que pase sin joderte más de lo que estabas. Te aseguro que pasará. Palabrita de la niña María José.

El ruido mental se va. Solo tienes que esperar y escuchar(te)

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