María José Zambrana

Irse

El contacto cero no es fácil

Estoy conociendo a personas que han roto vínculos muy fuertes que no les hacían bien. (Personas, lugares, objetos…)

El contacto cero implica modificar nuestra vida, dejar de hacer unas cosas y hacer otras, ¡qué fácil parece!

Cuando les pregunto qué hacían esos primeros días, solo indican que esos días lo pasaron realmente mal pero que seguían avanzando.

Algunos cuentan: me quedaba en casa/no llamarle/no coger el móvil/ mirar sus redes sociales todo el día, pero no hacer nada (¿Sabéis cuántas redes sociales se pueden mirar? IG, (historias, reels, fotos) Twitter WhatsApp, estados de WhatsApp, FB, Telegram…)

Y es que el contacto cero no es fácil. Sobre todo si decides romper el vínculo porque sabes que tenéis necesidades diferentes y que por eso, ese, ya no es tu lugar. Puf, aquí apaga y vámonos.

Aquí no tienes un culpable, alguien con quien enfadarte y agarrarte a ese enfado que, al menos, te da el empuje para realizar cambios.

Decides contacto cero por autocuidados, por quererte a ti, por respeto a ti, por tu salud emocional y mental a largo plazo

Y cuando aprietan las ganas de saber de esa persona, cuando aumenta el malestar, tu cerebro busca cualquier excusa, CUALQUIERA, completamente razonable y lógica, (entiéndase la ironía) para volver a ese vínculo, a lo que conocías, a sentir todo aquello que sentías.

Cuesta recordar los motivos por lo que tomaste esa decisión o estos se relativizan, pierden importancia y casi validez y nos planteamos unas doscientas veces por qué tomé la decisión de romper, tampoco estaba tan mal, soy una exagerada, ahora podría manejarlo de diferente manera, voy a enviarle un WhatsApp, total… Qué es un WhatsApp, preguntarle cómo está, solo eso…

Y deseas, que te llamé (hacerlo tú no es una opción) que te envié un mensaje, que te diga de veros…

Y con suerte, hay momento en los que sabes que has hecho lo correcto que ves con claridad y que te dan fuerzas para el siguiente asalto donde el malestar y las dudas aumenten.

La diferencia es que el malestar que tienes si sigues ahí, es un malestar perenne, no se va, y te quedas con un malestar, a veces más intenso, otras menos, pero siempre presente en tu vida, una vida que, inevitablemente, va perdiendo luz.

El otro, el del contacto cero, este es mucho más intenso PERO TIENE FECHA DE CADUCIDAD. Cuando sanas, se acabó. Y entonces, ¡Ay, amiga! Entonces empiezas a vivir de nuevo con otra luz, desde la paz, la claridad y la libertad.

Compartir:
Ir al contenido